Alegría

La alegría es un atributo del amor divino de Dios. Para reflejar a Dios en nuestra vida familiar estamos llamados a ser alegres desarrollando nuestra relación con Cristo.

Meditaciones

De Amoris Laeticia del Papa Francisco

La expresión “chaírei epì te adikía” (“Regocíjarse de hacer el mal”) (1 Cor 13, 6) tiene que ver con la negatividad que acecha muy dentro del corazón de una persona. Es la actitud tóxica de quienes se alegran cuando se comete una injusticia hacia otros. La oración siguiente expresa lo contrario: sygchaírei te aletheía: se regocija en el bien. En otras palabras, nos regocijamos con el bien de otros cuando vemos su dignidad y valoramos sus capacidades y sus buenas obras. Esto es imposible para quienes siempre tienen que estar comparando y compitiendo, incluso con su cónyuge, de manera que se regocijan en secreto con sus fracasos.

Cuando una persona amorosa puede hacer el bien a otros, o ve que otros son felices, ella misma vive feliz y de ese modo da gloria a Dios, porque “Dios ama al que da con alegría” (2 Corintios 9, 7). Nuestro Señor en especial aprecia a quienes encuentran alegría en la felicidad de otros. Si no logramos aprender a regocijarnos con el bienestar de otros y nos centramos primordialmente en nuestras propias necesidades, nos condenamos a una existencia sin alegría. Porque, como dijo Jesús, “La felicidad está más en dar que en recibir” (Hechos 20, 35). La familia debe ser siempre un lugar donde, cuando sucede algo bueno para alguno de sus miembros, sabe que los demás estarán presentes para celebrarlo con él.⁴⁰

1. ¿Cuáles son algunas de las alegrías que hemos experimentado en nuestra familia? ¿Existen formas de aprovechar estas alegrías para crear un hogar más alegre?
2. ¿En qué forma podemos añadir más alegría a nuestra familia? ¿Podríamos ser más alegres dando más y quejándonos menos? ¿Podríamos regocijarnos con el amor de nuestra familia dándonos seguridad mutuamente con alabanzas? ¿Podríamos sonreír más a los miembros de nuestra familia?
3. ¿Basamos nuestra vida en la alegre conciencia de que somos hijos amados de Dios, o dejamos que algo nos arrebate la alegría del Evangelio? ¿Qué es lo que nos la arrebata? ¿Es la ansiedad, el miedo o la impaciencia? ¿Cómo podría ayudar la oración en estos casos?

Lectura de las Escrituras—Salmo 33, 1-7, 20-22

Una oración de alabanza y alegría ante el Señor

Aclamen, justos, al Señor;
   es propio de los buenos alabarlo.
Alaben al Señor con la cítara,
   toquen en su honor el arpa de diez cuerdas;
entonen para él un canto nuevo,
   toquen con arte, profiriendo aclamaciones.
Porque la palabra del Señor es recta
   y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho,
   y la tierra está llena de su amor.
La palabra del Señor hizo el cielo,
   y el aliento de su boca, los ejércitos celestiales;
él encierra en un cántaro las aguas del mar
   y pone en un depósito las olas del océano.
Nuestra alma espera en el Señor;
   él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Nuestro corazón se regocija en él:
   nosotros confiamos en su santo Nombre.
Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,
   conforme a la esperanza que tenemos en ti.

Proyecto de Familia

Ponga en práctica la alegría cantando juntos los himnos de Adviento y Navidad, organizando un evento o una fiesta de Navidad con regalos especiales y leyendo en voz alta un cuento navideño. Puede ser el Cuento de Navidad de Dickens o un libro más adecuado para los pequeños, como La leyenda de la Flor de Nochebuena de Tomie dePaola.

Piense también en crear un libro familiar con los himnos y los villancicos favoritos. Que cada familia escoja una canción que le guste y la fotocopie para compartirla. Luego canten juntos canciones de Adviento o Navidad en momentos que sean adecuados. Por ejemplo, una familia puede cantar antes de la oración en familia, antes de irse a dormir, antes de encender la corona de adviento, antes de abrir los regalos de Navidad o en cualquier otro momento. Si tiene niños pequeños, cánteles algunas canciones sencillas para que puedan aprenderse la letra.